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lunes, 2 de mayo de 2011

DÍA DEL TRABAJADOR. NOTA DE PABLO LANZA (PRENSA PS BS.AS.)

DÍA DEL TRABAJADOR
Tan conmovedor como lejano nos resulta el estampido de las armas que fueron cargadas de odio de clase, sobre miles de trabajadores reunidos en Plaza Lorea, en mayo de 1909, para honrar la memoria de los mártires de Chicago. La clase obrera ya no es aquel gran sujeto histórico llamado a ser el motor del cambio revolucionario. Se configura un nuevo escenario donde los desocupados crónicos, los semi ocupados y todas las formas de precarización han pasado a ser parte del movimiento social. La consecuencia de esta nueva realidad de la sociedad civil con una parte importante de ella destinada a la exclusión, nos pone ante el desafío de plantearnos nuevas estrategias que superen los dogmatismos que nos mantienen en la impotencia y la frustración, para encaminarnos a la definitiva emancipación. Las transformaciones la hacen los pueblos y si algo se ha perdido en la larga y dolorosa lucha contra la explotación del hombre por el hombre, es aquel sentimiento de pertenencia a una clase, a un colectivo social, a partir del cual era posible soñar con un mundo más justo. Un sentimiento que acorazaba la unidad imprescindible, razón y fundamento de nuestra fuerza. El sujeto de la transformación social no es hoy algo dado por el desarrollo de las fuerzas productivas. Su existencia depende de la posibilidad de aglutinarse en torno a reconocer lo propio: la tierra, el trabajo, la cultura y el conocimiento, arma estratégica de liberación. Aquel imperativo categórico “Proletarios del mundo uníos” debe encontrar otro más abarcativo que incluya a la masa de desocupados, desplazados y marginales. Aquellos atomizados y dispersos en la trama social fragmentada. La recuperación de las banderas de la liberación nacional, en el nuevo contexto de la globalización, debe ser la prenda de unidad del pueblo para transformar el triunfo de los mercados en su derrota. Hoy está en juego la subsistencia misma de la especie. Los recursos naturales amenazados y democracias restringidas que habilitan la superexplotación salvaje, reclaman un programa y una estrategia alrededor de la cual podemos encolumnar a lo que Frei Betto ha llamado el “pobretariado”. Ese conglomerado de nuevos actores sociales pueden encender la llama de la transformación. Los trabajadores, incluidos y excluidos, marchando bajo las consignas de la recuperación de nuestros recursos naturales y de las rentas extraordinarias que se apropian las multinacionales, podremos reconocernos en una gran fuerza arrolladora. Un nuevo fenómeno social imparable, donde ya nadie quede indefenso frente a la deshumanización que nos impone el Capital.
Pablo Lanza
Prensa BsAS

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