Proyecto Sur es un movimiento político, social y cultural que ubica el respeto a la condición humana sobre cualquier otra consideración, proclamando como principios básicos la defensa del ambiente y la propiedad pública de nuestros recursos naturales, como condición para alcanzar una auténtica justicia social y garantizar la soberanía nacional.

domingo, 8 de abril de 2012

NOTA DE UNA HIJA DE DESAPARECIDOS

Les agradezco la difusión a todos y todas los que compartan algo de mi pensamiento.

Laura

No todos los 24 de marzo son iguales
A la memoria de mis padres, Néstor Enrique García y María Ester Vázquez, de cuya desaparición se cumplirán 35 años el próximo 13 de abril, y, a través de ellos, a toda su generación.
Esta nota es también una resistencia a que todo pasa rápidamente y cuesta encontrar momentos para la reflexión. Construyamos cada día más momentos duraderos. Pongamos nosotros el ritmo y la velocidad a lo que consideramos valioso.
Que la memoria nos ayude para que lo simbólico no nos tape lo real. Por la memoria de nuestros compañeros y compañeras desaparecidos.
Queremos orientar nuestra reflexión hacia el significado de un hilo conductor histórico. Desde el: “seamos libres, lo demás no importa nada” de nuestro general San Martín, pasando por el “Liberación o dependencia” de los 70 queremos llegar a nuestros días.
Desde nuestra mirada, luchar hoy por la emancipación de nuestra patria, por el futuro para nuestros hijos e hijas tiene que ver, directamente, con recuperar nuestros recursos naturales, todos, los de las islas Malvinas y los de la plataforma marítima y continental, con no permitir el saqueo producido por empresas transnacionales, con ser un país con soberanía energética y con soberanía alimentaria, que proteja el medio ambiente, que favorezca el desarrollo cultural y social y los derechos humanos de todos sus habitantes.
Como hay tanto por hacer, creemos que el 24 de marzo es un día de homenaje, de reflexión, de construcción. El mejor homenaje que podemos hacer hacia los desaparecidos es trabajar para que el avance producido en el campo del poder judicial con el desarrollo de los juicios a los genocidas se traslade al campo de la economía donde las consecuencias de la dictadura afectan directamente a gran parte de nuestros hermanos. El proceso iniciado por Jorge Rafael Videla y que continuó en otros gobiernos democráticos vino a ahondar nuestra dependencia. La deuda externa fue contraída ilegal e ilegítimamente mientras se asesinaba impunemente a miles de argentinos. La represión fue un paso necesario para endeudar a nuestro país y acentuar su dependencia. Gobiernos democráticos, un poco más tarde, continuarían con este plan efectivizando el saqueo mediante entregas y privatizaciones.
Por todo esto el “no pago de la deuda” no es una consigna vacía ni panfletaria sino que representa directamente el dolor de las muertes, las de los desaparecidos y las de las muertes evitables que se produjeron durante todos estos años. Y es una consigna con un gran valor histórico que no olvidamos los que venimos con esta lucha desde la dictadura. Nos parece bien que se haya bajado el cuadro de Rafael Videla, pero no nos parece bien que se pague la deuda al Club de París, contraída durante la dictadura. Esta deuda se paga con nuestras reservas que deberían usarse para necesidades urgentes e imprescindibles para el bienestar de toda la población. Con su pago se van los esfuerzos y el trabajo de los argentinos.
El significado de este proceso está perfectamente denunciado por Rodolfo Walsh en su carta abierta a la Junta Militar del 24 de marzo de 1977, carta de la que justamente hoy se cumplen 35 años.
24 de marzo de 2012
A medida que transcurren los años las circunstancias directamente relacionadas con este tema junto a las no tan directas también hacen que las formas de expresarnos vayan cambiando, aunque afortunadamente esa costumbre de manifestarnos en la calle no solo no cambia sino que se enriquece con las nuevas generaciones y se refuerza en las convicciones que se van desplegando en este camino de construir un futuro mejor para nuestro pueblo.
La dictadura cívico-militar que manejó los hilos del poder entre 1976 y 1983 nos sucedió a todos los argentinos y argentinas, muchos colaboraron activa o pasivamente con este proceso, demasiados argentinos acordaron con esta etapa histórica y esto se transformó en un tremendo saldo imposible de reparar: 30.000 muertos y desaparecidos. No hay juicios que alcancen a compensar el tremendo daño emocional en todos los familiares y allegados. Influye en esto no sólo la metodología empleada que tiene su más perversa forma en la incertidumbre que provoca la “desaparición” de un ser querido sino también la cantidad de víctimas, siendo el segundo país de América Latina después de Guatemala, 40.000 personas, en número de personas desaparecidas.
Además de este daño emocional directo, como bien se dice: los desaparecidos nos faltan a todos. Es el país el que sufre esa tragedia, y faltan, no sólo en su dimensión personal, sino que faltan en su potencial político y social.
El hecho de que nuestro país viniera de alternar casi cotidianamente gobiernos de facto con gobiernos elegidos mediante el voto confunde un poco las verdaderas causas por las que luchaban los 30.000.
Quizás no todos tuvieran exactamente el mismo proyecto político pero sin duda iban por cambiar la realidad de manera radical, por justicia social universal, es decir, para todos y todas. Algún peligro grande habría en esta generación militante que se produjo semejante genocidio.
Y es este punto el que nos exige un compromiso que va mucho más allá de su propia reivindicación, tenemos que seguir adelante, porque si hubo algo que en su inmensa mayoría ellos eligieron fue la libertad de luchar, llevada al extremo del dramatismo por las palabras finales de María Victoria Walsh cuando sin posibilidades de escapatoria decide terminar con su vida diciendo: ustedes no nos matan, nosotros elegimos morir.
Estoy segura de que lo que ellos no querrían es que nuestros esfuerzos se dedicaran al pasado, muy poco al presente y nada al futuro. O lo que vemos a diario en nuestro país no nos exige y nos señala que para llegar a una sociedad digna para todos, especialmente para los niños y las niñas hay muchísimo que cambiar?
Las sociedades han cambiado globalmente, en todo el mundo. El consumo ha invadido irracionalmente todas las áreas de la vida, incluso las que antes estaban preservadas en torno al bien común como por ejemplo la salud. Todo está dispuesto para que cada clase social consuma todo lo que pueda en un escenario de tremenda desigualdad económica y social.
Afortunadamente todo este proceso encuentra múltiples y variadas formas de resistencias coloridas y diversas. A la vez que se nos presentan el individualismo y la fragmentación
como males permanentes a los que hay que contrarrestar en forma diaria.
Este 24 de marzo tuve la suerte de poder estar en Buenos Aires y ver con mis propios ojos la cantidad de gente que llenó esa plaza. Creo que es altamente saludable la manifestación plural que se dio cita allí. Creo que es muy bueno que nadie se adueñe de banderas y causas que son de todos los argentinos y argentinas. Creo también que es de suma importancia ser cada vez más en las calles de todo el país, contribuyendo a un 24 de marzo que nos concientice sobre el pasado pero siempre para mejorar el futuro. Que no nos imponga un techo sino por el contrario nos aliente a recuperar el cielo.
Me parece muy positivo que en el discurso pronunciado por organismos de derechos humanos afines al gobierno se reclame por le derogación de la ley antiterrorista.
Es a partir de las coincidencias que podremos avanzar hacia otra realidad que duela menos que la actual. Creo que ellos nos exigirían que comprendamos la actualidad, no cedamos en las aspiraciones y trabajemos sin descanso por condiciones de vida dignas para todos. Dignas no solamente en lo material que es lo más urgente sino también en una dignidad humana que tenga como modelo la libertad colectiva, la solidaridad, el verdadero desarrollo del potencial creativo del ser humano y la cooperación entre todos los pueblos del mundo. Que haga honor a la hermosa frase de Agustín Tosco: para que todos juntos, trabajadores, estudiantes, hombres de todas las ideologías, de todas las religiones, con nuestras diferencias lógicas, sepamos unirnos para construir una sociedad más justa, donde el hombre no sea lobo del hombre, sino su compañero y su hermano.
Laura García Vázquez
8 de abril de 2012

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